jueves, 17 de enero de 2013

Fausto, un ejemplo platense que derrumba barreras en educación


Nota publicada el Domingo 6 de Enero de 2013, Diario El Día La Plata
http://www.eldia.com.ar/edis/20130106/laciudad15.htm

Recomendamos esta nota porque cuenta la experiencia de una persona con discapacidad (PCD) en nuestra ciudad, La Plata. Nos alegra que Fausto Celave esté en la universidad este año.
Sin embargo, queremos señalar algunas cosas acerca del abordaje que el periodista hace del tema y que en modo alguno afecta la riqueza de la experiencia:

1. Es una constante que se presente a las PCD en los medios como héroes en vez de reconocernos por lo que hacemos como a cualquier otra PERSONA.
2. La nota hace referencia a la ayuda que esta historia dará a otras familias. Por el contrario, creemos que esta experiencia tiene que llamar a la responsabilidad del Estado, y establecer un modelo que éste aplique para todos los chicos y chicas que lo necesiten.
3. Por último, en relación a la forma en que se refieren a nosotros, el periodista debe recordar que las PCD decidimos llamarnos así en la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad en 2008.
         

UN CASO CON POCOS ANTECEDENTES EN EL MUNDO

Fausto, un ejemplo platense que derrumba barreras en educación

Es autista y va a ingresar a Informática de la UNLP
Cuando tenía dos años y medio le diagnosticaron sordera. Y su vida podría haber tomado otro rumbo. Pero la rápida reacción de su familia llevó a que, un año después y tras múltiples exámenes, lo diagnosticaran correctamente. Fausto era autista. El acompañamiento y amor que le brindaron siempre, la elección de colegios donde se encontró con directivos, docentes y compañeros que llegaron a compartir su terapia y lo integraron al grupo como uno más, y el trabajo invalorable de sus asistentes pedagógicos y terapéuticos lograron que el joven -hoy de 21 años- finalizara la primaria en una escuela común y la secundaria en el industrial Albert Thomas, realizara una pasantía en Ingeniería reparando computadoras para escuelas especiales, y el 28 de enero vaya a comenzar el curso de ingreso en la facultad de Informática. La pelea fue dura y la historia nada sencilla, pero la de Fausto Celave se convirtió en el mejor ejemplo de que “se puede”. En un ejemplo que puede ayudar a miles de familias que deben enfrentarse a miles de obstáculos y, peor aún, a la incomprensión de gran parte de la comunidad.

El hecho de que Fausto esté a punto de comenzar la licenciatura en Informática en la Universidad no es casual ni mucho menos. Como tampoco lo es que, desde este año, en el Conservatorio Gilardo Gilardi -donde estudia desde pequeño- vaya a iniciar la experiencia de tocar el piano electrónico unido a la PC y de integrarse a una banda “porque él necesita ir internalizando que debe compartir cosas, ser parte de grupos de chicos”, dice su madre, María Mercedes Torbidoni, para remarcar que “en el 2008 comenzó un proyecto de orientación vocacional y laboral a cargo del experto español Daniel Valdez, quien determinó que la informática era el área donde mejor se desempeñaba”.  [...]

“Trabajo para chicos con capacidades especiales”

La pasantía que realizó Fausto el año pasado en el Laboratorio de Asistencia Técnica para Establecimientos de Educación Especial de la facultad de Ingeniería, merced a un convenio que esa casa de estudios mantiene con el Albert Thomas, fue “algo fantástico, porque tuvo que manejarse en un ámbito universitario y, a la vez, laboral”, cuenta la mamá del menor de los 4 hermanos Celave.

Consultado sobre la experiencia, él la resume: “le coloqué algunos programas a unas computadoras”.

Lo cierto es que en la unidad académica de 1 y 47 comentaron que “la tarea no es nada sencilla. Revisa una a una las máquinas, determina cuál es el daño que tienen, las compone, les instala un sistema operativo y un software, con el objetivo de donarlas a escuelas especiales para que chicos en edad escolar temprana puedan aprender y desarrollar sus capacidades”.

El caso de Fausto hoy representa un ejemplo a imitar en materia de integración. Y su madre -abogada y empleada de la Fiscalía de Estado- no quiere dejar de resaltar el papel protagónico que cumplieron sus compañeros y amigos del Albert Thomas. “Cuando los chicos empezaron a ir a la terapia con él, tuvo un cambio impresionante. Pasó de sentarse solo en un banco a ser uno más, a hablar con ellos, a hacer y aceptar bromas. Es que el lazo afectivo es fundamental”, enfatiza.















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