sábado, 21 de noviembre de 2009

DERECHO A UNA CIUDAD SIN BARRERAS

Enseñar a discriminar
Ante otro año escolar que termina, aparece la preocupación de algunos padres respecto al ciclo lectivo 2010. El panorama no es alentador. El 95% de las escuelas privadas y el 75% de las escuelas públicas no tienen acceso universal. Esto significa que muchas personas con discapacidad en edad escolar no tienen posibilidad alguna de asistir a instituciones educativas ni movilizarse dentro de ellas en condiciones de igualdad, seguridad y autonomía. Ausencia de rampas, ascensores y baños adecuados para usuarios de sillas de ruedas, pasillos angostos, son algunas de las barreras edilicias que impiden el ejercicio del derecho a aprender.
Cruzando barreras, sin derribarlas
La existencia de barreras edilicias implica la imposibilidad de las personas con discapacidad a disfrutar del derecho a la educación. En algunos casos las escuelas modifican la distribución espacial de los cursos, pero no la infraestructura, por lo que se estaría traspasando una barrera sin que esto signifique su desaparición, ni la erradicación de una problemática que se repite año a año.
Tal es el caso de Dylan Esteche, que tiene 12 años y concurre desde el jardín de infantes a la escuela Nº 14 D.E. 8 “Joaquín V. González” ubicada en el barrio de Caballito. Como el ingreso a la escuela tiene varios escalones, Dylan ingresa por la entrada que da a la casa de los porteros. Este año, el aula del curso al que asiste el niño está ubicada en el piso superior, por lo cual su mamá habló con la directora para que traslade el curso a la planta baja del edificio, obteniendo una negativa rotunda. Por esto Rosalina Esteche, la mamá de Dylan, presentó un reclamo en la Defensoría, la directora reubicó el curso, pero aclarándole que vaya buscando otro colegio para el año 2010.
Esta actitud de establecimientos públicos, se repite en instituciones privadas. Según declaraciones de Evangelina Ventimiglia, mamá de Iván, de 7 años, el colegio religioso de Mar del Plata donde asiste su hijo desde los 3 años, se niega a trasladar las aulas de sus cursos a la planta baja.
En el año 2006 le detectaron a Iván distrofia de Duchenne, enfermedad progresiva y mortal que afecta a los músculos. Si bien su capacidad ambulatoria es buena, no puede subir gran cantidad de escaleras durante la jornada escolar. El colegio no cuenta con ascensores ni rampas, por lo que se limitaron a aconsejarle a la familia que cambiaran al alumno de colegio, sin considerar esta actitud como un acto discriminatorio y actuando en contra de los valores que proclama la institución.
En ciertos casos es la institución la que se niega a hacer modificaciones, pero en otros es el Estado el que no da respuestas.
Flor Linares Silva, mamá de Martín de 7 años, afirma que su hijo sufre de distrofia muscular. Como la enfermedad es progresiva, hace ya unos seis meses que no puede subir los escalones de la entrada de la escuela Nº 2 D.E. 17 “Profesor Juan José Millán”. Cabe destacar que dentro del edificio, Martín no posee problemas para desplazarse, ya que la directora del establecimiento organizó sus actividades en planta baja, con la intención de integrarlo. Sin embargo, funcionarios de infraestructura, se negaron a construir una rampa, alegando que no es viable porque la pendiente de las escaleras no sería adecuada para tal fin. ¿No pensaron en la colocación de un medio mecánico de elevación?
La escuela, junto con la familia, cumple un rol fundamental como grupo de socialización primaria: allí comenzamos a formar nuestro sistema de valores y empezamos a formar lazos con nuestros semejantes, y de esta forma vamos construyendo el adulto que seremos en el mañana... pero, ¿Qué ocurre si la escuela en vez de cumplir con este rol, excluye a determinados niños para lograr marginarlos del sistema? Todos estos chicos, ya asisten a estas escuelas, ya conocen a la seño, y tienen a sus amiguitos con los cuales comparten travesuras ¿por qué tienen que ser obligados a dejar parte de su entorno, sólo por la desidia injustificada de quienes tienen el deber de educarlos?
Más discriminación
El ISER, dependencia educativa del Gobierno Nacional, es el único establecimiento público en el que se pueden estudiar carreras relacionadas con lo radiofónico, por lo que la inaccesibilidad de su ingreso y la ausencia de baños adaptados a usuarios de sillas de ruedas, implica para muchas personas un impedimento para estudiar allí.
Constanza Rosselli quiere estudiar la carrera profesional de operación de radio en esta institución para conseguir trabajo relacionado con su vocación, pero cuando fue a inscribirse, las autoridades de la institución aseguraron que ya habían pedido una rampa móvil para que la entrada tenga acceso universal, pero autoridades del gobierno argumentaron que no había presupuesto destinado a modificaciones edilicias, por lo cual sus intenciones fueron frustradas.
Aprender a integrar
Los casos anteriores representan a muchos otros en los que el factor común es la exclusión. Es paradójico que las instituciones de enseñanza sean las que se niegan a suprimir las barreras. Mientras sigan existiendo, seguiremos hablando de discapacidad, ya que son ellas las que dividen a las personas en capacitadas y discapacitadas. La discapacidad no es un problema individual, sino una cuestión social.
Si pensamos que lo que se aprende de chico queda grabado en los individuos, es importante que en las escuelas enseñen, con acciones concretas, a construir una sociedad dispuesta a respetar la condición humana, en su magnífica diversidad y singularidad.

Desde Acceso Ya, asumimos el compromiso de acompañar el reclamo de estos padres, por lo que por estos días, nos encontramos en la tarea de ir delineando las acciones que presentaremos ante la justicia para que se garanticen condiciones de accesibilidad en estos establecimientos educativos y poner fin al factor común de la exclusión.-

Fuente: http://www.accesoya.org.ar/

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